domingo, 12 de agosto de 2007

► "VIVIR EL MOMENTO"

Otra de las nociones que se han malinterpretado en occidente es la de “vivir el momento”. Vivir el momento no significa ignorar el futuro; significa no ignorar el presente. Vivir el momento no nos quita la posibilidad de elegir lo que queremos para el futuro, sino todo lo contrario; el presente es el único momento en el que tenemos la posibilidad “real” de modificar el futuro, y si nuestra mente está 2 horas, 2 días o dos años adelantada respecto a la situación que estamos viviendo, por pensar en una posibilidad “futura”, y eso nos distrae del presente, lo más probable es que no vivamos esa posibilidad cuando finalmente se concrete, porque nuestra mente estará dos horas, dos días, o dos años adelantada cuando el momento futuro se vuelva el momento presente”. Si caminamos con la vista enfocada a 100 metros de distancia, cuando recorramos 100 metros, nuestra vista estará enfocada 100 metros más adelante, y jamás veremos por donde estamos pisando.

Suele pensarse que la idea de estar mentalmente en el presente excluye la idea de pensar en el futuro, pero no es así. Podemos tener en mente lo que queremos para el fututo, sin que ello signifique ignorar por completo lo que nos acontece; sin que ello signifique dejar de vivir y disfrutar lo que nos está sucediendo. (Yo puedo saber que en una semana voy estar en casa de un amigo tomando mate, porque lo tengo planificado, sin que eso me impida disfrutar el helado que estoy tomando ahora). El problema no radica en una imposibilidad de la mente para estar en dos situaciones a la vez, sino en la idea de que saber lo que deseamos en el futuro excluya la posibilidad de disfrutar a pleno el presente. ¿Y saben por qué pensamos eso? Porque tenemos miedo de que al vivir el presente, abramos la puerta para que eso que hoy deseamos para el futuro pueda cambiar. Estamos tan cerrados al cambio, tenemos tanto miedo de la vida, y tenemos tal necesidad de controlar cada detalle de todo lo que sucede, que llegamos a temer “dejar de desear eso que hoy deseamos”, sin comprender que el miedo radica simplemente en el hecho de que al pensar en la idea de dejar de desear algo en el “futuro”, estamos proyectando el deseo “presente”. Hemos dejado de desear muchas cosas en la vida, y jamás sentimos temor o remordimiento, por la simple y llana razón de que “YA NO LAS DESEAMOS”. No existe ningún conflicto cuando esto finalmente sucede, el conflicto surge cuando imaginamos que eso puede suceder en el futuro, porque indefectiblemente enfrentamos el deseo actual con la idea de dejar de desear eso.

Nuestras prioridades cambian a lo largo de la vida, y está bien que eso suceda. Si mis prioridades fueran las mismas que cuando tenía 5 años, mi meta principal en la vida sería poder vestirme solo, o ser capaz de cruzar la calle sin ir de la mano de mi mamá. (Paradójicamente, cuando sea anciano mi meta llegue a ser la de encontrar alguien me ayude a cruzar la calle, jaja...). Debemos entender que una cosa no excluye a la otra; que saber lo que queremos para el futuro no excluye la posibilidad de disfrutar lo que nos pasa a cada momento. El problema es que dudamos tanto de nosotros y de nuestra capacidad, que planificamos con antelación cada detalle, y terminamos amoldando lo que somos y lo que seremos para correspondernos con ese plan, en lugar de comprender que cada cambio interno (en el presente) modifica automáticamente nuestras metas (futuras). Es como si un árbol que no supiera que va a crecer 50 metros, hubiera planificado crecer bajo un techo de 25 metros de altura, y tuviera tanto miedo de cambiar su plan original, que impidiera su crecimiento a propósito, o empezara a crecer todo retorcido para no superar los 25 metros.

Planificar está bien; lo que está mal es ser tan rígidos con lo que esperamos del futuro que terminemos subordinando lo que somos a ese plan. Nosotros creamos nuestro futuro, pero dejamos que nuestro futuro nos cree a nosotros.

Es por esa rigidez mental que llegamos a pensar que saber lo que queremos para el futuro implica ignorar el presente. Y más aún; nuestro futuro es creado en base a nuestro presente. Si ignoramos el presente, por pensar solo en el futuro, lo más probable es que nuestro futuro sea precario, ya que estará basado en algo que decidimos ignorar. Solo tenemos que comprender que el futuro puede no salir como lo planeamos hoy. Si aceptamos esto y creamos nuestro futuro desde un presente consciente y cambiante, puede que lo que deseamos cambie con cada cambio nuestro, pero jamás nos equivocaremos, porque el futuro estará siempre en resonancia con lo que somos en cada momento. De la otra manera, obtendremos el futuro que deseábamos hace 5 o 10 años, pero seremos miserables, porque ya no seremos los de entonces, ni desearemos lo que deseábamos en ese momento. En definitiva, será un futuro perfecto para alguien que ya no somos...

1 comentario:

montz dijo...

serìa fabuloso que todo eso que las personas hicieran eso de vivir el dìa sin tener remordimientos de lo que pasará mañana..existen tipos que dejan pasar grandes oportunidades por no dejar de pensar en el "hubiera" ...pero el hubiera no existe y las buenas oportunidades solo tocan una vez en tu vida y hay que tener un buen oido, pues casi siempre susurran sin hacer tanto ruido...y asi como llegan, se van para siempre..